martes, 27 de enero de 2009

Ana Isabel-la


Estamos, almas reversas en poses
ocupándose muy pequeñas.
En círculo andas, como yo ando
y eso no tiene nada de malo.
Como el viejo tiempo que
con tal bastón hace que los días pasen tan lento
Como la anciana tortuga en la arena
se hace tosca, así es cuando no estamos.
Pero también hay días tan veloces que exilian al sol hacia otras tierras y no dejan rastro.
Somos –aquí- el postmeridiano de la palabra.
Y no hay ojos que me vean mejor si no son tus ojos
que me conocen, desde lejos, como una mariposa pasando.
Eres –más bien- el viento por el que coinciden tales alados,
eres –más bien- el recorrido absoluto.
Y tú un sendero
que nunca se bifurca
Y tú esto hecho poema
¿Y ahora qué?

Y a veces, yo.
Y “somos” tiene como tema un uno.
El uno no se fragmenta,
se hace núcleo de las células.
El indestructible inimaginado que muchos temen,
el símbolo de lo eterno.
El agua que corre en el río
que a pesar de las sequías, siempre está en movimiento

Aunque se bifurque como tu antigua palabra
o siga el fluir terrestre de lo ajeno, respondemos con un cambio de tiempo, a lo anterior
Quizás nos cambien reserven ajenos extorsión caleidoscopio palabras tuyas inversas complementarias sin cabeza.
Pero jamás dos espíritus sin tránsito.

Caramba, yo también también
también sí.
¿Entonces fin?
Entonces siempre.

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